miércoles, 21 de marzo de 2007

Antígona catalana

Diversos diarios (Expreso, La República, El Peruano, Correo) han dado cuenta hoy de una noticia digna de aplauso. Yuyachkani lleva su Antígona (versión libre escrita por José Watanabe, actuación unipersonal de Teresa Ralli, dirección de Miguel Rubio) a Barcelona. La cita es hoy y mañana en el teatro principal del Centro Francesca Bonnemaison, con motivo del Festival Internacional de Creadoras Escénicas Magdalena Piezas Conectadas. Fui a ver el espectáculo el año pasado y puedo decir que fue una de las mejores obras que vi en el 2006, debido a la gran fuerza expresiva y la versatilidad que le imprime Teresa Ralli a casi todos los personajes (ojalá haya mejorado con el rol de Tiresias pues era el más flaco frente a la uniformidad lograda con los demás papeles) a partir de una muestra minimalista en el vestuario y la utilería.


“La historia de Antígona y con ella la de las mujeres peruanas está tratada con mucha serenidad y con toda la fuerza de la determinación. El relato de Sófocles es tan poderoso y ha trascendido tanto en los tiempos que nos ha permitido expresar a través de esas imágenes una realidad muy nuestra y muy concreta”, resaltó Ralli. (Expreso)

La historia de Sófocles es, según la artista, "tan poderosa y ha trascendido tanto en los tiempos que nos ha permitido expresar a través de esas imágenes una realidad muy nuestra". Esa imagen, según Ralli, "que nos ha tocado vivir es la de las mujeres del Perú que durante muchos años han estado buscando a sus seres queridos" y cuya voz "ha ido cobrando más fuerza hasta organizarse en instituciones de ayuda mutua para hacerse escuchar". (La República)
Por otro lado, Ernesto Carlín escribe su acostumbrada crítica teatral, esta vez sobre Bicho. Dice al respecto:
"[Norma] Martínez y [Rómulo] Assereto salen muy bien librados del reto que significa dar vida a esta peculiar pareja. Ella transmite la inseguridad y desesperación de su personaje. En especial, cuando en momentos de tensión baja la voz casi como suplicando. En cuanto a él, se debe destacar cómo construye un personaje perturbador a través de gestos ingenuos". (El Peruano)

lunes, 19 de marzo de 2007

República teatrera y Correo entrevistador

La sección de Espectáculos de la edición de hoy del diario La República nos brinda diversos artículos muy interesantes acerca de las puestas en escena por venir, y sobre Iluminados, de Aristóteles Picho.
Si la última vez que se representó La Nona, del argentino Roberto Cossa, fue Alberto Ísola el encargado de dar vida a esta anciana voraz, el papel ha recaído este año en Giovanni Ciccia, quien también dirige la obra. Señala Ciccia:

"El trabajo de Alberto fue magistral, muy divertido, pero lo que yo busco en mi interpretación es una "Nona" tierna, que lo único que tiene es hambre. La obra fue escrita para que un hombre haga el personaje y representa un poco de todo aquello que nos puede impedir salir adelante. No es política" (http://www.larepublica.com.pe/content/view/148175/632/)

Disiento en lo último. La Nona de Roberto Cossa tiene una clara intención política (como incluso lo señala en la entrevista con Henry Spencer) pues la protagonista es una metáfora sobre el Estado que lo traga todo para subsistir. El elenco está compuesto por Marco Nieto, David Carrillo, Renzo Schuller, Grapa, Melissa Giorgio y Pierina Pirotta y la obra se estrena este sábado 24 en el Teatro Británico. Habrá que verla.
Una excelente y amplísima entrevista a Ciccia acerca de esta obra:

Por otro lado, Iluminados, de Aristóteles Picho, es una obra de contenido social, coescrita con Aldo Pareja y que cuenta con diez jóvenes actores en el elenco. Las funciones van jueves, viernes, sábado y lunes a las 8 pm. en la Casa de Iguana Talleres (Av. Ignacio Merino 130 Barranco). Iluminados será posteriormente adaptada al cine. Señala Aristóteles Picho:

"Es la historia de un grupo de estudiantes de universidad, sólido y al comienzo muy entretenido, pero que conforme transcurren los días se va transformando en insoportable. La convivencia hace que surja entre ellos, desde pasiones y enamoramientos hasta problemas sociales y étnicos que tienen que ver con la discriminación. Termina convirtiéndose en un movimiento peligroso y radical". (http://www.larepublica.com.pe/content/view/148181/632/)

Asimismo, en una breve nota, Jorge Chiarella indicó que en agosto comenzarán los ensayos de la adaptación a las tablas de la novela de Mario Vargas Llosa, La fiesta del Chivo, montaje del conocido director colombiano de teatro y cine, Jorge Alí Triana.


"Encarnaré al presidente Rómulo Betancourt, mientras que Alberto Isola será el dictador Leonidas Trujillo". (http://www.larepublica.com.pe/content/view/148184/632/)


Por último, Giovanna Rubia entrevista justamente a Jorge Alí Triana en Correo. Entre los puntos más resaltantes, Alí Triana señala que que pretende llevar al cine la última novela de Vargas Llosa, Travesuras de la niña mala, que le ha propuesto una adaptación teatral de Pantaleón y las visitadoras y que el montaje de La fiesta del Chivo, ya puesta en Nueva York y Colombia, podría estrenarse durante la primera semana de octubre y durar hasta finales de diciembre o comienzos del 2008.

domingo, 18 de marzo de 2007

La cisura de Silvio

La República da cuenta hoy de que la obra La cisura de Silvio (ganadora del Segundo Concurso de Textos Teatrales, en el marco de la Décima Muestra Regional de Teatro en julio del año pasado), ha sido repuesta en el Auditorio de la Municipalidad de San Isidro, de jueves a sábado. La obra es dirigida por Óscar Carrillo y el elenco está compuesto por Franklin Dávalos, Sandra Bernasconi, Katiuska Valencia y Sonia Seminario.

"Los miembros de una familia viven una situación paranoica por la situación de la violencia política. Pero, además, tratan de resolver individualmente sus propios conflictos", cuenta Eduardo Adrianzén, productor de la pieza teatral.

viernes, 16 de marzo de 2007

La paranoia entre nosotros

Aparte de publicitar Edipo detective y La cisura de Silvio en su columna de ayer, Alonso Alegría dice lo siguiente sobre Bicho:


"No pude ir a este ansiado estreno de la norteamericana Tracy Letts, pero me comentan que es fuerte: corre sangre de una cuchillada mortal y alguno también la escupe. Pero me dicen que nada de esto es gratuito y que Juan Carlos Fisher no cae en lo barato y se mantiene fiel al buen arte. También me comentan que Norma Martínez está impresionante, caminando sin miedo por esa cuerda floja sobre el abismo de lo inverosímil. El fin de semana voy".

Asimismo, bajo el título "Plaga de paranoia", encuentro una crítica-análisis de la puesta en escena de esta obra del norteamericano Tracy Letts en la sección Cultural de La Primera.
Como sabemos, esta obra dirigida por Juan Carlos Fisher va de jueves a martes a las 8 pm. en el Centro Cultural PUCP.

domingo, 11 de marzo de 2007

Última función de un Sueño

Sueño de una noche de verano es una de las comedias que más me gustan de Shakespeare, debido a su riqueza semántica, a la multiplicidad de entradas de interpretación. Si las críticas feministas desean abordarla, resaltarán el rol de la mujer como agente de su destino, frente a la tragedia, en la cual es un mero juguete de la voluntad severa de los hombres. Si los críticos de la corriente denominada "metateatro" desean abordarla, se centrarán, entre otras cosas, en las hilarantes reflexiones que realizan los actores de la compañía que presentará la tragedia de Píramo y Tisbe ante el rey Teseo. Si los críticos historicistas desean sacarle el jugo a la obra, afirmarán que la lucha entre el rey y la reina de las hadas, Oberon y Titania, por la posesión de un mancebo es la teatralización de una práctica común en la Inglaterra de Shakespeare: la posesión de un lacayo adolescente por parte de caballeros ingleses, mozuelos con los cuales, incluso, mantenían relaciones sexuales (la servidumbre absoluta). Si algún detective de la intertextualidad acude a esta comedia, encontrará, entre otras, reminiscencias de Ovidio (en la fábula de Píramo y Tisbe) o de Apuleyo (en El asno de oro se narra la conversión de un hombre en asno, como sucede con uno de los personajes de la comedia). Si alguien desea centrarse en el aspecto lúdico y paródico de la obra, no podrá obviar el hecho de que esta comedia se enmarca en un contexto griego, trágico por antonomasia a pesar de los buenos comediógrafos helenos que en el mundo han sido -el comienzo de la obra es, asimismo, similar al comienzo de una tragedia, Hermia desea casarse con Lisandro, pero su padre Egeo desea obligarla a casarse con Demetrio- y tampoco olvidará el rol del gracioso, el duende Puck, este personaje tan característico del Renacimiento, del Barroco y del Manierismo. Si algún estudioso de la comedia en general se sumerge en el mundo de Sueño de una noche de verano, seguramente insistirá en la representación del deseo sexual en la obra, tanto en el lenguaje como en diversos detalles a lo largo de la obra, a semejanza de otras comedias de enredos como El perro del hortelano, de Lope de Vega (a diferencia de la tragedia, en la cual el mínimo error de razonamiento derivará en un acto terrible con repercusiones en toda la escala social, estas comedias de enredo nos muestran irresponsables adolescentes cuya libido solamente será calmada con el arreglo de las bodas al final de la obra). Y para el espectador que nada sabe de feminismos ni de metateatros ni de historicismos ni de intertextualidades y sólo busca una genial obra que le haga reír a carcajadas, allí está, indudablemente, Sueño de una noche de verano.
Ahora bien, veinticinco soles (programa incluido con la entrada) para ir a ver la versión de Rocío Tovar (cuya última función, a la que asistí, fue el pasado lunes) me parecieron excesivos. Es cierto que cuando uno va a La Plaza ISIL paga veinte soles por la entrada y aparte cinco soles si es que uno desea adquirir la ficha técnica. Es cierto, además, que con Carlos Carlín la diversión está asegurada y que el elenco contaba con otros conocidos actores y actrices, tanto jóvenes (como Pierina Pirotta o Gisela Ponce de León) como ya consagrados (como Rómulo Assereto, Magdyel Ugaz y Ana María Teruel) pero creo que un máximo de veinte soles hubiera sido un precio aceptable. No puedo negar que me divertí bastante con la obra (las improvisaciones de Carlos Carlín fueron dignas de resaltarse). Creo que Rocío Tovar entendió correctamente que el deseo sexual entre los personajes, tanto explícita como latentemente, es uno de los temas que se debe explotar. No obstante, por momentos se abusó de la simplificación de este tema mediante toqueteos y griteríos que no venían al caso. Otro acierto de Rocío Tovar fue darse cuenta que la lucha entre Oberon y Titania es quizás la parte que menos interés podría despertar en el público. Para compensarlo, buscó modernizar a las hadas a cargo de la reina Titania. Sin embargo, este recurso de convertirlas en bichos-a-la-defensiva-sacados-de-anime-japonés me pareció un poco soso por momentos. Sin ser superlativas y aunque en una que otra oportunidad se caía en la sobreactuación o el tonito de voz cliché, las actuaciones de los protagonistas fueron buenas (el mejor, sin duda y de lejos, Carlos Carlín). El espacio escénico se manejó bien y el desmontable bosque de tecnopor fue de suma versatilidad. En suma, a pesar del precio excesivo y uno que otro defectillo, fue una buena oportunidad para ver en escena un texto clásico del más divertido Shakespeare.


viernes, 9 de marzo de 2007

Bicho

Ayer se estrenó en el Centro Cultural de la PUCP la obra Bicho, escrita por Tracy Letts y dirigida por Juan Carlos Fisher (director de El hombre almohada). La página del Centro Cultural señala que:

"Bicho ocurre en una destartalada habitación de un motel de Oklahoma donde Agnes, una mesera drogadicta, se esconde de su ex esposo, ex convicto. Conoce a Peter un guapo vagabundo, con el que establece una relación que se desarrolla totalmente en el ambiente claustrofóbico de la habitación. Al mismo tiempo extraños personajes aparecen en su puerta, hechos del pasado los persiguen y a cada vuelta son atacados por bichos".
(http://cultural.pucp.edu.pe/index.php3?c_idseccion=2&c_idnot=2282)

El elenco lo conforman Jimena Lindo, Norma Martínez, Rómulo Assereto, Mario Velásquez y Roberto Ruiz. Habrá que verla.

sábado, 3 de marzo de 2007

Carta a Lidia

Querida Lidia:
El lunes hemos visto En la espesura de la ciudad, la obra que marca el regreso de Cuatrotablas a nuestros escenarios. He notado tu rostro de completa insatisfacción al final de la obra (en el transcurso de ella te he notado bostezando y, a veces, incluso perdida). Aunque quise atenuar un poco las cosas, me fui muy inconforme también. Por no mencionar a nuestro compañero de turno, Mateo, que supongo ya no querrá ver a Brecht (bueno, a Cuatrotablas, en verdad) por un largo tiempo.

Como sabes, las obras de teatro tradicionales buscan, en el buen sentido, darle gato por liebre al espectador, vale decir, suspender por un momento la barrera entre la realidad y la ficción y hacernos creer que aquello que estamos viendo no es un mero espectáculo sino que es la vida misma transcurriendo sobre el escenario, que aquellos comportamientos, acciones, roles que se nos muestran son tan o más verídicos que los que acontecen en la vida diaria (prueba de ello es que, como en las telenovelas, -lo habrás comprobado en otras ocasiones en que hemos ido al teatro- la gente murmura cuando un personaje comete una felonía, se soslaza cuando el débil toma la rienda de la acción, se siente bien cuando la trama cumple sus expectativas). Para lograr esto, los dramaturgos no se valen solamente de plots cuyos vaivenes jueguen con los sentimientos del público, sino que, además, el director ha debido señalar a los actores que intensifiquen la carga emotiva de sus actuaciones cuando ocurra un suceso dramático o que magnifiquen sus risas, gestos y muecas cuando suceda algo cómico. Asimismo, el juego de luces y muchas veces la música de fondo son recursos expresivos que aumentan esta carga emotiva en el receptor. El alemán Bertolt Brecht se oponía a todo ello, ya que creía que esta "hipnosis" a la cual es sometido el auditorio durante cada puesta en escena sólo sirve para que una cultura, una sociedad, una clase socioeconómica determinada, un grupo de poder, un sexo (el masculino) -en resumen, lo que los psicoanalistas lacanianos llaman "el Gran Otro"- imponga sobre estas gentes irreflexivas que ven una obra diversos modelos de comportamiento, de roles de género, ideas de sumisión, conformismo con la realidad, etc. Y claro, como los espectadores salen convencidos de que eso que han visto montado en un escenario es la vida, tienden inconcientemente a repetir en sus existencias los moldes teatrales que han asimilado.
Por ello, querida Lidia, Brecht creía que el teatro debía promover la reflexión crítica en el espectador (y a ello, pese a los matices que adquirió su teoría a lo largo de su carrera dramatúrgica, llamó "teatro épico") mediante diversos recursos (a los cuales llamó "distanciamiento"). Si las obras de teatro se habían encargado de mostrarnos las tragedias de los héroes míticos o de clases nobles y, por ende, elevadas, Brecht proponía que se debía poner en escena los quehaceres del hombre vulgar, lumpen, de estratos bajos. Si las obras de teatro debían borrar la barrera entre la ficción y la realidad a los ojos del espectador, Brecht proponía que el público, mediante diversos recursos, pudiera ser consciente de que lo que estaba viendo no era más que mero artificio. Si la música y las actuaciones contribuían a hipnotizar al espectador dentro de la obra, según Brecht, la música y las actuaciones del nuevo teatro que quería fundar debían, más bien, expulsar al receptor de toda identificación con la trama, en cierta forma, debían "extrañarlo" (si una escena romántica merece un fondo musical meloso que realce el amor, Brecht ponía una marcha militar; si una escena trágica se hubiera cerrado perfectamente con un canto solemne, Brecht ponía música popular en falsete). Si toda obra debía seguir el mal entendido principio aristotélico de las unidades de tiempo, espacio y acción (que toda trama debe acontecer en un tiempo y espacio limitado -se ha bromeado mucho con el hecho de que los exégetas más conservadores hubieran querido que toda la tragedia de Edipo sucediera solamente en su castillo y en un solo día- y que solamente debía haber una acción principal -pero recuerda, Lidia, que cuando Aristóteles dijo que toda obra debía ocurrir en un solo lugar y cuanto máximo debía durar una revolución del sol, se refería al espectáculo teatral y no a la trama-), Brecht planteaba en sus obras un argumento que durara incluso años, que aconteciera en muchísimos lugares diversos, que hubiera muchas tramas paralelas igual de importantes que la principal. Por último, si las obras de teatro tradicionales eran comprendidas como mensajes ad aeternitatis, obras de arte universales para todos los tiempos y continentes, Brecht creía firmemente en el carácter expresamente político de sus obras, comprometidas con el hic et nunc, el aquí y el ahora. (¿Pareciera que este alemán hizo suya la célebre frase atribuida a Unamuno -"¿De qué se trata para oponerme?"-, no, Lidia?).
Y si fuimos a ver toda esa maquinaria de reflexión sobre el teatro puesta creativamente en papel, ¿por qué el inconformismo? Porque si bien es cierto que todo lo esencial de Bertolt Brecht lo encontramos en este montaje de En la espesura de la ciudad, está trabajado a medias o, en alguna ocasión, pésimamente. En primer lugar, las malas actuaciones. A la salida del Instituto Goethe te dije, como arriba lo he escrito, que las actuaciones en el teatro de Brecht tienen la función de distanciar al auditorio y, por eso mismo, no son convencionales. En la espesura de la ciudad muestra performances de actores amateurs, aprendices, no de profesionales salidos de una famosa escuela de teatro. Siendo perverso, recordé mis años mozos cuando era actor en el Colegio Claretiano. Se confundió "distanciamiento" con cualquier otra cosa. En segundo lugar, si hubo programas, nunca los vi. Y es que si el teatro de Brecht es todo lo opuesto a lo que el público usualmente ve, ¿cómo quieren los señores de Cuatrotablas que el público común y corriente comprenda lo que está pasando en escena? ¿Cómo puede un espectador que poco o nada sabe sobre Brecht aprender a saborear la riqueza de este gran dramaturgo alemán? Porque la idea no es solamente llegar al espectador culto que pueda identificar todo lo brechtiano que tiene este montaje, al menos esa es mi opinión. En tercer lugar, es saludable que se quiera poner a Brecht, Lidia, es un autor clásico que no debería faltar cada año o cada dos años en la cartelera teatral. Sin embargo, a mi parecer se escogió mal la obra. Si la idea era generar nuevamente un entusiasmo en el público hacia el teatro de don Bertolt, creo que se debió escoger no una obra de la juventud brechtiana, sino una más conocida de modo que los espectadores pudieran entrar en onda y explorar y conocer más a este autor (espectadores que, además, terminan la función sin conocer nada de nada por el punto anteriormente señalado). En cuarto lugar, he leído la traducción que publica Alianza Editorial ("En la jungla de las ciudades") y, sinceramente, no logro comprender las tijeras aplicadas a dos escenas de la obra. Injustificadas, así como algunas referencias en forma de cantos a una realidad social peruana (el ex presidente Fujimori) totalmente anacrónicas. Eso no es "distanciamiento", eso no me "extraña" para reflexionar de manera crítica, eso es sólo poner referentes históricos inconexos y a la mala.
Por todo ello, querida Lidia, no arrugues tu joven rostro, ya que, indudablemente, mejores cosas nos tocará ver. Los señores de Cuatrotablas tendrán que trabajar muchísimo si quieren que el público asista a sus obras sabiendo que habrá algo interesante por ver y por aprender y no por mero trámite, por mero compromiso, en vista del nombre ganado por esta compañía teatral con tanto esfuerzo a lo largo de tantos años (mérito que nadie le quita, por cierto).

Abajo, Mario Delgado, director de este montaje, en Historia viva: