martes, 5 de agosto de 2008

Edmundo 2

Sí, Edmundo, las estrellas son para verlas, no para asignarles falsos mensajes ocultos...

domingo, 3 de agosto de 2008

Edmundo y el Zodiaco

Edmundo, aquel siniestro personaje de El Rey Lear, sostiene el siguiente diálogo con su padrastro:

Gloucester: Esos recientes eclipses del sol y la luna no nos presagian nada bueno. Aunque la sabiduría natural pueda explicarlo de un modo o de otro, sin embargo, la propia Naturaleza se encuentra azotada por los efectos siguientes: el amor se enfría, la amistad falla, los hermanos se separan; en las ciudades hay desórdenes; en los países, discordia; en los palacios, traición; y se rompe el vínculo entre hijo y padre. Este villano mío cae bajo predicción: ahí está el hijo contra el padre. El Rey se desvía de la inclinación de la Naturaleza: ahí está el padre contra el hijo. Hemos visto ya lo mejor de nuestros tiempos: maquinaciones, falsía, traición y todos los desórdenes perniciosos nos siguen agitadamente hasta nuestras tumbas... (Se va).
Edmundo: Ésta es la magnífica estupidez del mundo, que cuando enfermamos en fortuna -a menudo por los hartazgos de nuestra propia conducta- echamos la culpa de nuestros desastres al sol, a la luna y a las estrellas, como si fuéramos villanos por necesidad, idiotas por obligación celestial, villanos, ladrones y traidores por el influjo de las esferas; borrachos, embusteros y adúlteros por forzosa obediencia a la influencia planetaria, y todo aquello en que somos malos, por un impulso divino. ¡Admirable evasión de putañero, echar la culpa de ser tan rijoso como un chivo, a cargo de una estrella!... (Acto I, Escena 2).

Edmundo, hijastro del Conde de Gloucester, que traiciona sin miramientos a su hermanastro y a su padrastro, quien provoca la lucha descarnada entre Reagan y Goneril, y quien, finalmente, da la orden para el ahorcamiento de Cordelia (víctima de víctimas, junto a Desdémona, en las tragedias de Shakespeare); en suma, un ser vil solamente equiparable con personajes de la talla de Yago o Lady Macbeth. Y sin embargo, más sabio en ciertos asuntos que su padre, un "rey astrólogo" como el Basilio de La vida es sueño.
Releo este fragmento de El Rey Lear, y me acuerdo de una lejana tarde en la cual me declaré a una muchacha y fui rechazado. El horóscopo del día señalaba que tendría tendría éxito en el amor... O cierto fin de semana en el cual El Comercio puso dos días seguidos las mismas predicciones zodiacales... Hoy, el Zodiaco me indica que me llegará la oportunidad de estar muy cerca de la persona que me atrae. Como diría un personaje de mis vespertinas horas de infancia: "¿Será cierto eso?". ¿O será mejor ser un poco Edmundo y desconfiar de la influencia que los astros puedan tener sobre nuestras vidas? Acaso, uno ve solo lo que quiere ver y hoy deseo confiar en Josie Diez Canseco y cometer un ad hominem, pues ¿qué derecho tiene un maldito traidor a opinar sobre las estrellas?...

En la foto, Lear sostiene a Cordelia, en un montaje teatral en La Abadía de Madrid