Sensible pérdida
Apenas intercambié palabras un par de veces con él pero siempre que me lo cruzaba por algún lado lo saludaba con respeto, y él, sin conocer mi nombre, respondía sencillamente con una ligera venia. Vivía a escasas dos cuadras de mi casa pero nunca me atreví a tocar su puerta. Los días grises comenzaron hace poco como prefiguración (le hubiera gustado tal palabra) de una muerte tan repentina. La noticia me llegó temprano en la mañana a través de una estimada amiga y me rondó por la cabeza durante todo el resto del día. Y aunque todo el mundo lo recuerde por el gran poeta que fue, no se me borrará su versión libre de Antígona interpretada con tanta maestría por Teresa Ralli. Descanse, don José; como me dijo Lidia hoy (que compartió mesa con él en un recital) nosotros, los jóvenes, nos vamos quedando tan solos...